Suavemente
Suavemente fui deslizando la cremallera de tu vestido, empezaba a vislumbrarse esas piel blanca de la espalda, tu perfume entrando por mis fosas nasales como agua de mayo, mis labios, apoderándose da cada centímetro a bese de cálidos y delicados besos. Poco a poco logré acabar con la cremallera, sin prisas, que par eso no son buenas.
Acariciando la piel, apartando suavemente el vestido para que cayera poco a poco al suelos, casí me temblaban las manos ante un espectáculo tan bello. Cada vez con el corazón más acelerado, el tuyo también, lo escucho como si fuera un bulldozer a todo gas, mi libido se iba desbocando como los caballos salvajes en plena naturaleza , suelto tu sostén, lo aparto de tu piel, con cuidado, acariciando tus glándulas mamarias. Escucho como se acelera tu corazón, ala par que el mío que ya se desborda de su carcasa.
Agarro la cremallera de mi mono de trabajo, intento que se abra, no corre, ni para arriba ni para abajo, está atrancada, quiero romper el mono, no hay forma, ni de abrir la cremallera, romperla, aunque fuera para un apaño, la libido en todo su apogeo, la desesperación en todo el suyo, ambos cabreados, tu rompes a carcajadas superando el enfado al ver la escena que acabo de montar, mi cara roja de desesperación e impotencia. Ya, tapándome la cara, me siento en el suelo del ascensor, mientras tu te vas vistiendo antes de que alguien nos pille ahí dentro, a ti desnuda, a mi enfurecido conmigo mismo. Por una vez que me sale un plan, aunque sea en plan furtivo en un ascensor, viene el Sr. Murphi, a joder la marrana. Para colmo le tengo que dar la razón. Si algo puede salir mal, sale.
Otro día, si lo hay, espero que Murphi se aleje de mi sombra...
Toni Oliver
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