Sonó esa guitarra
Sonó esa guitarra
vibraban sus cuerdas
que olvidadas las tenía
el polvo poco a poco desaparecía
apareciendo de la nada
esas tiernas letras
sonando a poesía cantada...
En la pared donde su hueco se hallaba
marcado por los años ahí abandonada
se grababan las letras que sonaban
dejando ahí su huella
la de esa poesía tocada
entre versos y estrofas
las notas en el ambiente sonaban.
Dicen que los silencios no son nada
pero son la pausa de las letras
las de las notas bien tocadas
los que le dan la sal y la pimienta
a ese guiso para el alma
ni se bebe, ni se come, ni se saborea
pero en todos los poros del cuerpo entra.
Desde ahí vibra
con la imparable fuerza
esa que tanto te anima
al tiempo que tu mente relaja
de los hilos ese vibrar
de la voz la melodía
que sí se saborea al respirar.
Toni Oliver
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