Vivían los humanos tan tranquilos
Vivían los humanos tan tranquilos
pero del suelo salieron como setas
que su hedor esparcían
ese, al olerlo, su efecto alucinógeno
cual veneno, sus esporas
fueron sembrando el odio
sembrándolo en el cerebro de los humanos.
Ese odio fue segregando
el afán de poder, la codicia
falta de respeto para el resto de humanos
que poco a poco se iban infectando
con sus voces amplificando
desde los altares y púlpitos
como altavoces predicando.
Llegaron las guerras
todos los males predecibles
no fueron siete las plagas
sino las mil y una
llenando la Tierra
de la maldad humana
cuando antes en el paraíso se estaba.
Ahora, tras el paso del tiempo
unos pocos ordenan y mandan
el resto obedece, se esclaviza
al que levanta la voz, pierde la calma
la cabeza del cuello le separan
en la plaza la dejan, bien a la vista
escarmiento para bocazas...
Se encargan de sembrar más odio
no sea que el pueblo se levante
sea consciente de la estafa
elimine los causantes
que pocos son, pero mandan
tocados por Dios o sus locuras
cargándose la Tierra a sus anchas.
Toni Oliver
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