Sí, a ti
Sí, a ti, que nada tienes que ver
con esa sangre que corre por mis venas
pero si ese alguien que me pudo comprender
entre los males de esta salvaje selva.
Sí, a ti, la única persona
a la cual podía abrirle la boca
contarle mis penas y mis glorias
apoyándome en cualquier vereda.
Sí, a ti, que como ogro te tenían
yo, pequeño renacuajo rebelde
incomprendido desde que aterricé en esta tierra
sólo te miraba, me mirabas, diálogo silente.
Sí, a ti, que siempre tenías la mano abierta
para levantarme del suelo si caía
simplemente regalarme esa sonrisa
o cogerme la oreja para enseñarme lo que había.
Sí, a ti, por tu paciencia
en un mundo donde brillaba por su ausencia
me mostrabas tu sabiduría
intentando que yo la heredara.
Sí, a ti, en esta vida misteriosa
cogidos de la mano por los caminos
donde todo era experiencia
tus historias, para mi ciertas.
Sí, a ti, que un día nos dejaste
cuando yo, todavía niño
recién liberado en la selva
saltaban mis lágrimas.
Sí, a ti, lágrimas de esas ciertas
cuando no quieres soltarlas
y salen como fuentes eternas
a sabiendas de que te quedas sólo en esta tierra.
Da igual con la gente que quedes
nadie te entiende, nadie te aprecia
ser solitario entre el gentío
que va sin rumbo a donde el río lleva.
Toni Oliver
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