Dedicado a todos esos feriantes que llevan ya más de un año sin poder poner sus atracciones, ese mundo de ilusión que tanto a los niños como a los mayores siempre han gustado.
¿Dónde irán los niños?
¿Dónde irán los niños?
También padres y abuelos
cuando antaño sin virus asomando
viajaban al paraíso de la ilusión
donde la sonrisa se iba formando
cada día del año, pensando
en ese día para volver al paraíso
olvidando el cole y los regaños.
Ahora, como tras la guerra
se vislumbra un sitio desolado
por el virus y políticos bombardeado
cráteres de tristeza, desolación
ruina, desesperación
impotentes las manos
la sonrisa ausente de los labios
del paraíso de antaño nada ha quedado.
Y van ya dos años
sin alimentar esa ilusión
la de los niños, también la de los magos
como el payés que mira al cielo
en busca de alguna nube para que vaya descargando
la bendita agua, (parnè) para seguir trabajando
y recoger esa cosecha algún que otro año
esperando que este sea el último de los años malos.
“El Ram” ya paraíso olvidado
Ilusiones bajo tierra han quedado
pero también las ganas de lucha han aumentado
aunque las fuerzas hayan menguado
por el olvido de los mandatarios
la desidia de los apoltronados
que en su vida el callo no han dado...
¿Quizás si se les diera un azadón para cavar a mano?
Pero se vislumbran buenos tiempos
con lágrimas y sudor en el camino
se huele el oasis en medio del desierto
las palmeras bajo el viento
hasta la gran noria girando
con sus vivos colores la noche iluminando
como en el mar los grandes faros...
Toni Oliver
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