El Licenciado
Licenciado en letras por la Universidad de Salamanca, experto en juergas y vagancias, muy hábil con sus palabras, embaucador donde los haya, también romántico en un mundo de hambre y armas.
Iba de pueblo en pueblo, presente en mercados y fiestas, con su silla de tijera y mesa con sus plegables patas. Sobre ella un tintero, pluma de gallo, robada en algún gallinero en alguna de sus andanzas, papel blanco y secante para evitar las manchas.
En un rincón de la plaza, cerca de la iglesia, si el cura no le mandaba la guardia, pues no le gustaba que la gente escribiera y mucho menos que pensara y mucho menos el Licenciado con su mala fama.
Ahí leía las cartas de los hijos a sus mamás o papás, también les contestaba la carta, con eso conseguía algo de plata con la que pagar sus deudas al tabernero de la plaza.
Un día, un joven mozuelo, que de letras no sabía, pero que enamorado estaba de una linda moza, bella como la luna llena o el lucero del alba.
Le pedía al Licenciado, un poema para su amada para conquistarla, pues poco caso le hacía cuando le hablaba.
El licenciado, esta vez, al ver su desesperanza, le contestaba que no podía hacer un poema para una moza que no conoce ni siente nada, el joven mozuelo desesperaba, no entendía lo que le explicaba, hasta que le dijo: Dime lo que sientes por tu amada, así yo lo escribo para que lo lea con calma, pero ponle todo tu sentir, lo que le quieres decir y eso que por ella sientes que expresarte no sabes, dímelo a mi, que ya lo ordeno y te hago el poema.
Entre lágrimas el joven mozuelo, poco a poco le fue diciendo cada sentimiento a lo que el Licenciado dándole forma, escribió un bello poema, con el sentir del muchacho hacia la bella dama.
Al otro día, ya de madrugada, en la panadería, donde iba todas las mañanas a por el pan para la casa, en la puerta la esperaba, entregándole el poema a su amada.
Ahora a esperar tocaba, pues leer no sabía, el Licenciado la esperaba, si bien no la conocía. Ella le entregó la nota con el poema, el Licenciado, con toda la expresión teatral se lo recitaba, en su expresión el sentir que el muchacho expresaba...
Con lágrimas se fue la moza, no de pena, sino de alegría, en busca del mozuelo que tan bien escribía.
El final lo dejo para que sus mentes lo elijan, muchas cosas pasan en los pueblos, para que yo lo decida.
Toni Oliver
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