Sobre la palma de mi mano
te elevé hacia el cielo
mis ojos se iluminaron
sin parpadear me quedé ciego.
Tu belleza vestida de seda
finas alas blancas
rostro de muñeca
como si fueras un hada.
A mis ojos deslumbrados miraste
ojos azules penetrantes
llegando a mi alma sin verte
desnudo me siento, sin poder taparme.
Ni una palabra, sólo miradas
de mi todo lo sabes, desde mi alma
nada escondo, bajo mi pecho todo se destapa
como flor que se va abriendo en tu palma.
Sólo luz, de ti nada sé
me ciegas cuando estás presente
mudo, inmóvil, mi corazón siente
como elevas mi cuerpo, mi mente.
Ingrávido, la gravedad está ausente
un mundo inexistente
en esta realidad aparente
dos seres irreverentes.
Toni Oliver
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