Ese abrazo ausente
Buscando ese abrazo que me cure de todos los males, voy recorriendo montes, valles, ríos y mares, los pies y los ánimos de encontrarlo se desvanecen a veces perdiéndose entre el polvo del camino. Con el soplo del viento desaparecen los pocos restos que sobre las piedras quedaban. Solo me queda tomar un descanso para recuperar los restos de esos despojos andrajosos, desgastados por el tiempo como una lima come el hierro.
Bajo un árbol, en la penumbra del fuego casi consumido, nublado el cielo amenazando tormenta, por haber no quedan ni estrellas. En un intento de abrazarme, desnudo, secando las ropas del viaje, mis manos cogidas de su hombro contrario, un fuerte abrazo, casi temblando.
Mi otro yo, el de mis adentros, empujando mi piel, mis huesos, con sus manos, intentando salir de mi cuerpo para darme ese abrazo tan deseado, aportarme ese calor, no soporta verme tiritando.
Una voz ausente me susurra en medio de la nada, si vas a seguir tiritando, tiritaremos juntos fundidos en un abrazo... Avivemos este fuego y sigamos calentándonos, si nadie viene, nos bastamos.
Toni Oliver
No hay comentarios:
Publicar un comentario