A lomos del Cóndor
Estaba pedro en la cama del hospital, triste, sólo penosas caras a su alrededor, nada entendía. Cerró los ojos, rendido. En la ventana le esperaba el hermoso Cóndor con su plumaje brillante. Subió sobre su cuello, dejando las alas libres, remontó el vuelo sobre las nubes, su cara rezumaba felicidad, era libre, había abandonado la cama del hospital, no había caras tristes, todo era alegre. En su vuelo otros pájaros y un ejército de Hadas les estaban escoltando rumbo al todo y la nada.
Toni Oliver
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