Ahí estaba ella
Ahí estaba ella, en ese jardín, donde las flores eran las más bellas, flores de todas clases, colores y formas, pero ninguna más bella que ella.
Acababa de cruzar el espejo, viniendo del lado de los cuerdos. Mundo donde todo era controlado, todo ordenado, todo pensado, ni pensar te dejaban, eso era malo.
Ahora estaba en ese jardín mágico, sin saber lo que le pasaba, viendo la belleza a su paso. Su pelo largo, rubio dorado, se movía con la brisa de uno a otro lado, con el viento, parecía la estela de un cometa volando sobre el jardín, dejando pequeñas estrellas a su paso.
Pasa una hermosa libélula por su lado, extrañada de verla, no era normal ver un humano, le pregunta.
¿Como te llamas? No es normal ver humanos por estos lares, ellos están siempre al otro lado de ese espejo que has cruzado.
Ella dubitativa por unos instantes contesta: Pues no me acuerdo de mi nombre, dejé todos mis recuerdos al otro lado. ¿Dime bella libélula, dónde me hallo?
Te hallas en un jardín sin nombre, mágico dicen, pero poco importa, sólo vivir y sentir nos interesa, tal como vamos viviendo sentimos el momento, como ese que contigo hablo. Si lo deseas y me lo permites, te guío por el jardín mágico, donde todo puede ser verdad, mentira o nada sin más.
Como guía te acepto, más algo no entiendo, ¿ Qué es eso de “todo puede ser verdad, mentira o nada sin más?
Explicártelo no puedo, pero enseñarte el jardín sí, lo demás... Sólo tu mente podrá descifrar lo que es en su momento.
Ella, ya más tranquila y nerviosa al mismo tiempo, el lugar le inspiraba paz, también miedo e intriga al unísono. Deseaba con impaciencia verlo todo, hasta las manos le temblaban de miedo mas algo le impedía estar nerviosa, sentía paz y tranquilidad, por una parte prisa, por otra calma y serenidad.
Le dice la libélula ¡Agita los brazos, puedes volar!
Ella, con cara de boba espantada, le mira a los ojos, sin articular palabra, como diciendo, que me cuentas, como voy a volar yo..
La libélula sin dejar de mirarla también le dice ¡No seas tonta, inténtalo!
Ella, escéptica, lo intenta, sin esfuerzo, agita los brazos, una enorme sonrisa en sus labios, se ve volando. Cada vez vuela más alto, dando vueltas en círculo, subiendo y bajando, su pelo largo, como una capa sobre ella va volando, se reflejo dorado, alimentado por los rayos de sol que sobre el, su pelo, inciden iluminan con esa dorada luz todo el jardín.
Con cara de felicidad, sonrisa en los labios, ojos brillantes, todos los músculos de su rostro estirando la piel, convirtiéndola en más bella si cabe. Se acerca a la libélula que la está esperando.
Libélula: ¿Ves como puedes volar, ahora lo tienes que hacer siempre, el suelo no se puede pisar, si lo haces rompes todo el ecosistema de este mágico jardín. Por eso, siempre vuela... ¡Sígueme!
Ella, sin pensárselo dos veces, sigue a la libélula, dan una vuelta sobre las hermosas flores, estas movían los pétalos saludando, algunas hasta soltaban un poco de polen dorado como señal de alegría. Al acabar la gira salieron de ese jardín para adentrarse en un túnel oscuro, pero, curiosamente y contra toda lógica, además de oscuro estaba totalmente iluminado, es decir, se veía a la perfección sin tener que forzar la vista, se veía como la piedra estaba perforada a pico, dejando este sus surcos, muy bien formados por cierto, se conoce quien perforó este túnel era un gran maestro con el pico.
Se hacía el camino interminable, al tiempo que pasaba volando, en doble versión, ellas volando y el tiempo, contradicciones sin explicación, en nada se parecía este mundo al del otro lado del espejo, si bien ahora que lo recuerdo, si de ahí nada me acuerdo.
Una fuerte luz, formada por miles de brillos diferentes al otro lado del túnel aparece, casi deslumbrante, un jardín de cristales de todos los colores y formas, cristales vivos, cambiaban de forma y color constantemente. Imposible describir una forma exacta, mudan constantemente. Inexplicable sueño lo que estaba viendo.
Era como una sala de cine, su pantalla en todas las dimensiones, se veían las imágenes por los cristales formadas, se olía el perfume, se sentían las emociones, el dolor, el bienestar, la sed, el placer de beber, el hambre y el placer de comer, el amor y el sentirse amado, también el desamor, el odio, el sentirse ignorado, ver y sentir como ayudabas a otros y como te ayudaban, la sensación de sentirte bien por la ayuda prestada, la de sentirte agradecido hacia quien te ha ayudado... Todo lo que puedes sentir, a una velocidad increíble, al mismo tiempo y con calma a la vez...
Poco a poco el sueño de ella se fue apoderando notando como los cristales la forma de una enorme y cálida cama iban tomando, también los de una suave manta que con calidez, ternura y cariño la estaba abrigando. Su respiración se iba calmando era feliz...
Ringggggggggggggggggg, Ringggggggggggggggggg, Ringggggggggggggggg, una y otra vez. Era el despertador que estaba sonando.
Se aparto un poco la manta de la cabeza, abrió un poco los ojos, el sol entraba por la ventana. Deslumbrada, no conocía nada de lo que veía, todo era de cristal, diversos colores. Suave música de violines, se levantó a mirar por la ventana, la música venía de una orquesta formada por toda clase de animales, pájaros, peces, mariscos, todos ahí, tocando todo tipo de instrumentos, con sis alas, sus aletas, sus manos delanteras, con lo que pudiesen usar para tocarlos...
Ella, nada entendía, pero disfrutaba de todo lo que veía, ya no buscaba explicaciones, todo era verdad, todo era mentira o nada era, sin más explicaciones...
Toni Oliver
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