Tras la tormenta
Una fuerte tormenta de viento y granizo dejo en la más plena oscuridad la avenida, cristales rotos por doquier, un ligero olor a gas que salía de las farolas, el tintineo de los caballos de algún invisible carruaje, allá a lo lejos, acercándose, un ligero tembleque en todo el cuerpo, por frío y por miedo.
Todo era oscuro, menos una pequeña ventana en la que se percibía un encendida vela.
Los cascos de los caballos se escuchaban ya mucho más cerca, un disparo, se apagó la vela.
Toni Oliver
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