lunes, 28 de abril de 2014

El inspector Loveo Nimelocreo

El inspector Loveo Nimelocreo

Son las tres de la madrugada en una oscura noche tormentosa sonde los truenos parecen romper los cristales cada vez que relampaguéa.

Casi imposible conciliar el sueño, todo tiembla en cada momento, mientras que la lluvia no para de golpear en las ventanas y el granizo que cae con la lluvia simula un bombardeo hacia los cristales interminable...

Suena el teléfono, intenta cogerlo pero las sábanas en que está envuelto por las vueltas que ha estado dando no le dejan las manos libres, empieza a dar vueltas para intentar desenredarse hasta que en la última se da contra el suelo golpeándose la cabeza contra la mesilla de noche al tiempo que el vaso de agua y la dentadura le caen encima de la cara golpeando el vaso contra su chata nariz al tiempo que suelta toda clase de improperios para los espectadores no habientes.

Al final consigue agarrar el teléfono...

-¿Diga?
-¿Es el inspector Loveo?
-Sí, soy yo.
-Soy Agapito Fernández y le llamo por un asesinato que ha tenido lugar en una casa en el bosque, una patrulla ha llegado al lugar y no ha sido capaz de explicar lo que ha encontrado.
Le paso la posición del lugar para que vaya para allá, es su caso.
-Ok, voy para allá.

El inspector Loveo sale a la calle para coger su coche que tiene aparcado a tres manzanas de su casa... (bueno, lo de casa es un decir, una habitación en una pequeña pensión escondida en la parte más cochambrosa de la ciudad y un aseo para los tres pisos de la pensión).

Tras un rato caminando llega a su coche, un dos caballos de los primeros que salieron que nadie se explica como todavía es capaz de andar varios metros sin desmontarse en pedazos, intenta ponerlo en marcha, pero con la lluvia parece que le ha entrado humedad en alguna parte del destartalado vehículo.

Al cabo de un buen rato, casi agotando la batería consigue ponerse en marcha y se dirige a la casa del bosque intentando poner el GPS a ver si consigue encontrarla.

Después de casi una hora de carretera toma la salida hacia la derecha y entra en un camino lleno de baches, en cada uno parece que se va a quedar el dos caballos, pero milagrosamente consigue seguir adelante.

Al caer en uno de estos baches, simultáneamente un relámpago incide justo delante del coche con el consiguiente estruendo, también simultáneo, del trueno que le acompañaba. El coche quedo parado en el acto dando el inspector Loveo contra el cristal del dos caballos quedando medio inconsciente por un corto espacio de tiempo...

Abrió los ojos, muy despacio fue levantando la cabeza mirando el camino que tenía delante que las luces estaban iluminando...

Parpadeó varias veces, no podía creer lo que estaba viendo, varios perros estaban arrastrando unas tripas atravesando el camino adentrándose en el bosque.

Intentó ponerse en pie para seguir a los perros, le dolía todo, al tiempo que notaba que algo le corría por el rostro hacia abajo, era algo húmedo, pero no sabía lo que era.

Intentó agarrar la linterna que normalmente tenía en la guantera, la luz interior del coche hacía ya años que no funcionaba, pero no fue capaz de encontrarla. Salió del coche, como pudo, pues todavía estaba algo atontado por el golpe, y se dirigió hacia los faros para ver si era sangre lo que tenía por la cara, cosa que comprobó afirmativamente, ya que la mano conque se había restregado el rostro estaba todo rojo.

Quería seguir a los perros con las tripas en la boca, pero al no tener la linterna a mano consideró que era demasiado peligroso y decidió seguir por el camino hacia la casa con el coche.

Arrancó de nuevo, le costó un poco, pero lo consiguió de nuevo.
Poco a poco y bastante despacio, no estaba para correr demasiado, fue por el camino hacia la casa, cuando en mitad del camino vio una par de cosas que brillaban y iban saltando por en medio de los baches y bajo la lluvia, eran una especie de bolas blancas con unas esferas en su interior negras... No, ¡increible, no puede ser cierto! Eran unos ojos que saltaban en medio del camino, saltaban alegremente sin importarle que el coche se acercara a ellos.

El inspector Loveo no podía creer lo que estaba viendo, no paraba de decir que era imposible, pero lo estaba viendo. Pensó, este golpe me está afectando, pero decidió parar y intentar coger a esos ojos, pero al bajar del coche desaparecieron, como los perros, hacia dentro del bosque.

Se sentó un rato en el coche para recapacitar sin llegar a ninguna conclusión, salvo que el golpe le había afectado...

Continuó el camino hacia la casa, casa a la que nunca se llegaba, cuando encontró una especie de lago que cruzaba el camino, era un charco muy grande, no se veía el final del mismo, las luces lo iluminaban, pero había algo raro,una especie de peces saltando por encima de la superficie, no podía distinguir lo que era, pero algunos al reflejo de la luz eran muy brillantes, otros fluorescentes, mientras una especie de dragón, sólo se notaba la sombra, iba cazando a los peces, hasta que se acercó al coche, miró al inspector, parecía sonreírle, se levanto sobre su cola, como hacen los delfines, y se sumergió de nuevo, desapareciendo dentro del lago.

El inspector Loveo volvió a sentarse dentro del coche no podía creer nada de lo que veía, cerró por un momento los ojos, los volvió a abrirlos, pero ahí su sorpresa, no había charco, el camino seguía y la lluvia también, continuó con su dos caballos el viaje intentando sortear los baches cuando de nuevo otro relámpago volvió a caer justo delante del coche con el subsiguiente trueno ensordecedor...

Abrió los ojos, estaba tumbado en el suelo de su habitación enredado con las sábanas, la dentadura por los suelos, la cara ensangrentada...

Todo fue una pesadilla, encendió la luz.... Al lado de la puerta había unos ojos en el suelo y unas tripas ensangrentadas...


Toni Oliver

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