Agotado del camino
Agotado del camino
bajo el ardiente sol
donde no deja ni un respiro
ya no cae ni el sudor.
De unas hojas el sonido
de los pájaros su trino
un bosque al borde del camino
sombra para el descanso merecido.
Un trago de agua a morro
hasta ver de la botella el fondo
los párpados se vuelven pesados
el cuerpo cae por su peso, sueño.
Un marco de madera, un espejo
me miro a través, no me veo
pastando un unicornio
brioso, color brillante negro.
Intento acariciarlo
el cristal del espejo atravieso
mi cuerpo liviano
olvidado el agotamiento.
Me acerco al unicornio negro
azules sus ojos, brillo intenso
en su mirada rayos de sol
mudo diálogo por un momento.
Escucho con tierna voz, de sus labios
sube a mis lomos que nos vamos
todo muy raro, sin pensarlo
sobre él estoy cabalgando.
Al pronto, saltando de nube en nube
como si andara sobre las piedras del charco
con alegría cruzando el río
una tierra extraña abajo.
Una galaxia allá en el fondo
lucecitas de fiesta en invierno
de estrella en estrella en cada paso
en el centro un enorme charco.
Para reponer fuerzas bajamos
agua transparente como un espejo
en sus adentros nos sumergimos
como los peces nuestros movimientos.
Las algas del fondo bailando
su vaivén como metrónomo
caballitos de mar, los músicos
un enorme cangrejo rojo dirigiendo.
Los delfines, un ejército
conteniendo los monstruos
de los fondos inciertos
unicornio y yo salimos del lago.
Sobre las montañas volando
montes blancos, nevados
desde el cielo, destellos
la nieve nos está deslumbrando.
De repente, una explosión
como si fuera un gran relámpago
cristales de espejo por los suelos
pisadas de caballo.
Entre las ramas, de la luna, su resplandor
entre las hojas, sombras y brillos
parece todo un sueño
me toco, encuentro mi cuerpo...
Toni Oliver